Sin duda la medicina, presenta temáticas comprometidas.

La medicina, presenta temáticas frecuentemente comprometidas de difícil abordaje pues la profesión transita el camino entre la vida y la muerte, el dolor y el miedo, la angustia y la depresión. Es “hacia el otro” que está dirigida. Y es por ello que todo arte o metodología que colabore a entender estos conceptos adquiere un especial interés.

El cine es una de las artes que presenta con gran disponibilidad de medios la posibilidad de disparar ideas, entender planteos, y abrir líneas de conocimiento.

Interesa especialmente pensar en el cine, o en algunos de sus lineamientos, como es el cine negro (cinema noir) para encontrar temática de debate.

El cine negro es un estilo cinematográfico más amplio que lo que abarca las clasificaciones de género. Dentro de su estilo se encuentran películas de gánsteres, policiales, románticas, de suspenso, de ciencia ficción, de terror, eróticas y muchas más, incluyendo temáticas vivenciales de interés  medico.

En los Estados Unidos se reconoce su origen en 1940 con los primeros films de John Houston y vino a reemplazar al realismo critico imperante en esos días. Es difícil olvidar las innumerables películas donde la medicina está también dentro de este modelo audiovisual. Para nombrar algunas, “El gabinete del Dr. Galigary”, “M”, “El Dr. Mabuse”, “Un rostro de mujer”, “Frankestein”, “El Dr Jeckyl y Mr. Hyde” son unas pocas. Orson Welles, Fritz Lang, Alfred Hitchkock, Billy Wilder, Eric von Stronhein, y el ya nombrado Houston,  todos ellos directores que han incursionado en estas temáticas vinculadas de alguna manera con las ciencias médicas. Guiones que introducen conflictos morales, éticos, y de ciencia ficción.

Un cine filmado en blanco y negro en general, pero también en colores, con un sello antisocial donde prevalece la ambición y la sed por el dinero. Un cine que aborda no solo temas especiales médicos sino fuente de disquisiciones éticas donde la medicina tiene un rol esencial. Un cine que expone conductas humanas con improntas muy demostrativas, donde la personas, un espécimen peculiar en sus hábitos y actitudes, a veces inesperadas, sobre todo en las situaciones límites.

Hitchkock desnudó situaciones sin pudor en Marnie, Psicosis y Cuentame tu vida.  En Europa, en general y en Francia en particular, el movimiento de Cahiers du cinema supo encontrar en el arte cinematográfico negro y en sus metáforas, en sus clarooscuros, en sus planteos críticos,  el espíritu marginal que mostró este estilo de filmación con seres en el borde y en los límites de las costumbres sociales burguesas. Sus conductas no son ni buenas ni malas, …son otras, con otra situación de racionalidad compleja. Ni bien, ni mal, otras razones.

En sus inicios fue un cine de segunda, con actores desconocidos que subieron al pináculo de la fama y hoy se convirtieron en actores de culto (Humprey Bogart, Welles, von Stemberger, Burt Lancaster y Robert Mitchun).

Orson Welles, el maestro genial que con su cámara sin escrúpulos, de ángulos sorprendentes, ofreció en “El Ciudadano” y luego en “Sed del mal”, los senderos que transitó Hitchkock y que lo convirtió en comercial. En Netflix se puede observar en la serie  ^Black mirror^, capítulos donde se narran historias con contenido medico vinculado al uso de tecnologías, realidades virtuales, realidades aumentadas, con resultados siniestros.

Mucho se puede aprender revisando el cine negro que ilumina con sus peculiares imágenes las conductas y la importancia de la toma de decisiones. Actitudes que no siempre están claramente evidenciadas o explicadas.

Hipócrates enseñó a respetar y vivenciar el valor de la vida, lo cual dio los lineamientos del orden profesional. Platón en su caverna de sombras proyectadas, imágenes con preguntas esenciales, muchas de ellas todavía sin respuesta como la ciencia misma. Y en esos días no existía todavía el cine.