El cine desde sus comienzos fue y sigue siendo un generador de conocimientos, constructor y disparador de ideas tanto en la búsqueda de desentrañar las emociones humanas como en las circunstancias que forman parte del drama de la vida.

El cine es asimismo un arte de gran utilidad para entender la realidad y también revisar la historia. No por ello modificarla, simplemente exponerla, mostrarla. 

El grupo francés de nouvelle vague que organizó el Cahiers du Cinema impulso en el siglo pasado la hipótesis de las teorías de autor, en el cine. En esos tiempos Hitchcock, Bergman, Welles, Chaplin y von Stromhein, avalaban esa teoría. Dejaron su impronta indeleble en sus realizaciones.

Con la evolución de los tiempos se observó que las productoras (David Zelsnick, Mayer, Warner Brothers, etc. etc.), construían grandes éxitos de pantalla sin necesidad de autores especiales. Y los tiempos fueron incorporando los guionistas, los actores, los editores, los técnicos de montaje y expertos en sonido, etc. etc., que se agregaron a la obra.  Pocas veces una persona juntaba todos los roles. (Hitchcock),

Si se utiliza la experiencia del cine, como metáfora,  para entender la evolución de la actividad medica, se podrá observar que,  sigue un parecido sendero. 

En los albores del 1900 fueron médicos los que iniciaron los surcos de la medicina rosarina, en personalidades como  Staffieri,  Zeno,  Cames, Fracassi, Araya, Fidanza, Muniagurria.  

Ellos desarrollaron las diferentes especialidades médicas al ir dividiendo al organismo humano por edades, aparatos y sistemas. Y así profundizaron su conocimiento. El conocimiento médico.

Con el transcurrir de los años, y el crecimiento de las ciencias fueron surgiendo otras demandas, a veces vinculadas con la explosión tecnológica, que aumentaron la cantidad de información, las técnicas de comunicación, y expusieron los diferentes universos llevando la observación macro a la microscópica, y también a la molecular, así como a los movimientos metabólicos. 

Todo esto conllevo al desarrollo de equipos de trabajo, que al unísono se orientaron con los mismos objetivos. Los diferentes especialistas, clínicos, cirujanos, anestesistas, así como expertos en kinesiología, bioquímicos, enfermería, directores de instituciones, grupos administrativos y de efectores aportaron lo suyo.

Estos equipos humanos, que se juntan con roles variables, protagonismo también variable, fueron interviniendo en los momentos evolutivos de la historia del paciente. Si a esto se le agrega la actividad docente y de investigación que forman parte de la práctica médica, se complejiza más el escenario.

Otro factor que merece especial atención es el desarrollo, alrededor de los facultativos,  de las instituciones médicas, como clínicas, sanatorios, hospitales que junto con las obras sociales participan de la diáspora del rol del profesional. Estas instituciones son necesarias para rodear en calidad el servicio prestado que terminan englobando e incluyendo al médico en su contenido, donde el individuo singular y particular desaparece en función del objetivo general. Es frecuente observar las llamadas a los  centros de salud para solicitar un turno de una especialidad que representa la dolencia objeto de la consulta. Sin recordar el nombre del profesional consultado.

Una vez más se puede recurrir a la metáfora  del cine, para profundizar el conocimiento de los hechos. La televisión y la computación, junto con la web irrumpieron en la sociedad aportando el beneficio de poder ver cualquier film que se desee sin necesidad de esperar. La televisión lejos de convertirse en el final del séptimo arte (temor de Fellini) fue quien lo proyectó en los tiempos.  Hace apenas 40 años para ver la película deseada había que esperar el estreno y cuando salía de cartelera era difícil reencontrarse  con ella. Esto agrega, o explica porque se fijaba en la memoria el nombre del film y los actores, cosa que hoy es más complicado, por la abundancia de oferta y por la facilidad y rapidez de obtención de los resultados. (Streaming)

El cine ayuda a entender, ayuda a pensar, no modifica la realidad, solo la expone.

De la observación de la realidad profesional médica surge el interés de conocer cuál es el rol que debe ocupar el médico dentro de estos cambios surgidos por la evolución de los tiempos. Qué función le cabe al facultativo dentro de ese grupo u organización desarrollada.

En el principio Hipócrates describió el modelo del médico que escuchaba, anotaba, integraba, y se comprometía. Él era el centro y casi único personaje del escenario de la arena asistencial, los centros médicos eran lugar de reclusión de enfermos frecuentemente con sus habilidades mentales alteradas. 

El desafío planteado es considerar los  nuevos paradigmas que  surgen en el tiempo con la evolución. La evolución que transcurre con los cambios de hábitos, de costumbres, avances de la tecnología que va surgiendo y desarrollando nuevas necesidades

¿Se puede considerar el acompañar al paciente, en sus necesidades psicofísicas como una característica útil y de importancia, para el facultativo del futuro?   

¿Se puede tener en cuenta el compartir su dolor como parte de la relación medico paciente?

¿Se puede  evaluar la responsabilidad como expresión de hacerse cargo, de asesorar con la más completa idoneidad de la ciencia?

¿Se puede recordar que siempre esta primero la necesidad del que sufre?

Si a esto se le agrega la fundamental habilidad de construcción de experiencia, en los diferentes escenarios posibles dentro del marco de las diferentes especialidades, tal vez se esté entendiendo lo que quiso decir Hipócrates  cuando hablo de compromiso y compasión.  

Lo que es seguro es que, él, no lo entendió a través  del cine…