René favaloro y la oportunidad de recordar
Debemos recordar al Dr. René Favaloro por ser una de las personalidades argentinas que mayor proyección le dio a nuestra actividad profesional en todos los campos de su desarrollo.
Esta circunstancia permite aprovechar la ocasión para, además de evocar al eximio cirujano, juntar algunas ideas sobre nuestra profesión y a los problemas a los que el médico se ve expuesto en el comienzo de este siglo.
El ser profesional, palabra efe origen latir», significa según la enciclopedia Sopena “la acción de ejercer o enseñar una ciencia o facultad, arte u oficio, con voluntad y perseverancia.”
Según el diccionario de etimología de Oxford es “declarar abiertamente, afirmar con lealtad y manifestar el conocimiento.”
Todo esto queda plasmado cuando nos dirigimos al paciente con la pregunta “¿Cuál es su problema?” En esta simple apertura de diálogo le estamos diciendo que estamos capacitados para ofrecerle soluciones. Estamos en condiciones de responder con idoneidad.
Desde los orígenes de la historia, según lo definió Claude Bemard estamos llamados a atender la salud, investigar y trasmitir los conocimientos.
Staffieri definió bellamente al profesional como “el médico que deseo es un poco un sabio, un poco un artista, un poco un héroe y un poco un santo, no me preocupa que no se llegue a alcanzarlo, lo que sería tortura infinita es la falta del deseo ferviente para conseguirlo”.
¿Es así realmente? ¿Depende de nuestro esfuerzo? o podemos simbolizar nuestra actividad como en el clásico cuento del Tíbet donde un joven cabalga alocadamente en su corcel desbocado y un anciano detenido en el sendero le pregunta “¿A dónde te diriges?” a lo que responde el muchacho “pregúntele a mi caballo”.
Hace 30 o 40 años existía un acuerdo tácito entre los médicos de aceptar las tradiciones milenarias (nadie osaba discutirlas o ponerlas en dudas).
Esta tradición se presume que se origina en el Juramento Hipocrático, así como en los libros deontológicos de la misma escuela. Los conceptos vertidos en esos escritos eran asumidos como intocables.
Hoy el solo pensar en las palabras tradición e intocable mueve al escrutinio crítico.
A esto se agrega los cambios de la práctica médica que se han producido en el transcurrir de los siglos lo cual moviliza la curiosidad para evaluar la vigencia de estos códigos o mandamientos.
Valga como ejemplo de estos cambios la experimentación con seres humanos, los conocimientos de genética, la ética social y las multiculturas con una desbordante y masiva posibilidad de comunicación.
Se busca en los planteos filosóficos del juramento hipocrático para responder a los conflictos éticos como el aborto, la eutanasia (que está al borde de ser aceptada en Holanda), el suicidio asistido, etc., etc.
No se puede pretender verdades irrefutables trasmitidas sin cambios hasta nuestros días. En este sentido Pellegrino se inclina por “la importancia de los conceptos de la tradición hipocrática y no por el hipocratismo”.
El desafío se encuentra en detectar el “core” de la tradición que defina al profesional médico y a su comportamiento. Encontrar todos aquellos principios por los cuales puede ser avaluado por sus pares. Bucear en los reales orígenes del juramento, en sus paradigmas, para identificar sus objetivos.
Si observamos detenidamente la ética hipocrática no es difícil encontrar su vinculación con los principios de las tres religiones más numerosas del mundo occidental, cristianismo, judaísmo e islámicas.
Naturalmente en la práctica concreta de la profesión todo se ve influenciado por las creencias personales de cada médico. De sus ideas personales, sociales y políticas lo cual le da una óptica especial a las pautas tradicionales.
Estas pautas indican:
- La dedicación primaria al bienestar del paciente
- Primero no producir daño
- Respetar el silencio en las confidencias
- Altruismo
- Caridad con el carenciado
- Fidelidad confiable, compasión por el paciente
- Mantener las competencias
- Evitar relaciones no profesionales con el paciente
Sobre estas claras indicaciones surgen poderosos desafíos. La evolución y los tiempos crean problemáticas nuevas y situaciones de conflicto de intereses que escapan a toda posible previsión.
Podemos mencionar algunos para entender la complejidad de lo planteado.
- El prodigioso avance de la ciencia y de la técnica que invade y desplaza hasta el espacio cotidiano de la actividad médica.
- La democracia participativa que estamos viviendo tanto en lo civil como en la explosión de expresión de los derechos. A esto se agrega nuestra falta de madurez para entender que la libertad termina donde empieza la del vecino.
- El desafío a la autoridad, privilegios o elitismo de individuos o instituciones.
- La declinación de las creencias religiosas y la secularización de la vida civil.
- El crecimiento de los litigios médicos.
- La legitimación de la comercialización, el desarrollo de la empresa médica así como la inclusión en el léxico de principios de costo-beneficio confundiendo frecuentemente paciente por cliente, y médico por prestador.
- La proliferación de pluralismo en teorías éticas y el escepticismo postmoderno del mundo que nos toca vivir.
- La invasión del espacio de la relación médico paciente, por los sistemas de prestación, afectando inclusive el secreto médico.
- La precarización en la práctica, pues no se valoriza a la hora del reconocimiento pecuniario, del acto médico puro.
Estos factores mencionados en forma aislada o en conjunto, con una avalancha de opinadores en los medios masivos de comunicación esgrimiendo diferentes posiciones van, sin duda creando problemas a todos los preceptos de la tradición hipocrática. Aceptemos, que el médico del futuro, se enfrenta con dilemas de marcada fuerza. Y es a nuestra generación que le corresponde debatirlos.
En el cambio curricular que estamos llevando adelante esta temática debe estar presente. El resultado de esa nueva currícula será lo que defina el profesional médico que desarrollemos.
Sin pretender ser pomposo ni creyendo poder abarcar el importante desafío es que entusiasmo a mis pares a considerar los planteos de Pellegrino de la escuela de ética de Georgetown que propone:
- Recuperar en estado prístino el Juramento Hipocrático como cimiento donde todo principio de ética médica debe ser sostenido
- Reconstruir nuevos códigos universales apoyados en una filosofía moral preservando aquellos valores inmutables y modificando lo que no lo es.
- Poner al día la tradición adaptándola a la sociedad contemporánea reteniendo lo que tiene valor y eliminando lo que no tiene vigencia. La tradición hipocrática no es estática, puede crecer y mejorar, preservando lo bueno, modificando y actualizando lo nuevo y permitiendo eliminar lo que no corresponda.
- Permitir pluralidad de códigos que permitan adaptamos a diferentes culturas, así como valores comunitarios.
- Rescatar valores religiosos como principios guías de ética en la nueva medicina
Y finalmente, al hablar del profesional médico, recordemos a Platón que tal vez fue el que mejor lo expresó al decir: ...ningún médico, en tanto que es un médico, debe considerar su beneficio en lo que prescribe, sino el bien de su paciente...
Recapitulando, el médico debe controlar las riendas para dominar al caballo, pues es suya la responsabilidad de conducirlo en su camino al futuro.
El Dr. René Favaloro fue ejemplo fiel de estos valores.